Como padres/madres, hay muchas cosas que nos preocupan sobre el cuidado de nuestros hijos, es probable que todo lo relacionado con su educación y en quiénes se van a convertir cuando sean adultos. “¿Estaré siendo muy permisivo?” “¿Soy un buen padre/madre?” “Igual no estaba preparado/a para ser padre/madre” “¡Ya no sé qué hacer con él/ella!” “¡No nos entendemos!”. Igual te suenan estas frases, y no estás solo/a. Por esto una de las cosas que necesitamos trabajar desde que son bien pequeños es que aprendan a expresarse y sepan que pueden contar con los adultos de su vida, es decir, que aprendamos nosotros también a conectar emocionalmente con ellos. En cualquier tipo de relación, podemos pensar que no estamos en sintonía con la otra persona y es frustrante, como con amigos o con la pareja, también pasa en las relaciones paternofiliales.

¿A qué nos referimos con sintonizar? Sintonizar es literalmente captar una emisión de radio, televisión, etc., ajustando la frecuencia en el receptor. A veces creemos que no entendemos a nuestros hijos y que ellos no nos entienden a nosotros, y es totalmente normal. Por eso, decimos que no estamos en sintonía con ellos.

Igual no podremos dar la fórmula exacta, ya que cada familia es un mundo, pero con estos consejos que os presentamos podemos acercarnos un poco a la frecuencia deseada.

Sentirse desesperado/a es normal

Los padres/madres con hijos adolescentes conectarán más con el concepto de sintonizar, ya que muchas veces nos sentimos completamente fuera de onda. Pero tanto ellos, como los padres/madres con hijos más pequeños entenderán estas situaciones, y si no ahora, más adelante. Cuando los niños son muy pequeños, lloran y tienen berrinches y no sabemos muy bien por qué. Les damos de comer, les ponemos a dormir porque creemos que tienen sueño y muchas veces no acertamos.

Luego, cuando se van haciendo más mayores, y están formando su personalidad, también puede haber desajustes en la relación que tenemos con ellos porque intentamos entenderles y, además, que ellos entiendan el mundo que les rodea. En esta época encontramos algún berrinche en el supermercado porque no les compramos una chocolatina, o lágrimas porque, incluso ellos mismos, no saben lo que quieren, ni saben cómo regular sus emociones. Y, cuando creíamos que habíamos sintonizado, llega la adolescencia. Pero esta época maravillosa da para otro post.

¡No hay que desesperarse! Cuando llega el momento de sintonización, cuando conectamos profundamente con los demás, nos sentimos en armonía y más unidos a ellos, y eso llega.

Usamos la neuroeducación para aprender a conectar

Para explicar esto es imprescindible hablar sobre neuroeducación, es decir, atender a la parte emocional de los niños y niñas y poner sus necesidades psicológicas en primer plano. Para entender esto, tenemos que saber que, en términos generales, nuestro cerebro se divide en el hemisferio izquierdo, más lógico y analítico, y el derecho, emocional e intuitivo. El cerebro izquierdo se siente cómodo con el orden, es más lógico y utiliza principalmente el lenguaje verbal para comunicarse. Por otro lado, el cerebro derecho procesa la información de una manera más holística y utiliza principalmente señales no verbales para comunicarse.

Si nos pusiéramos a detallar cómo funciona el cerebro, veríamos que estos dos hemisferios están interconectados y dentro de ellos surgen millones de conexiones, pero vamos a quedarnos con una que es la de conectar la parte emocional con la racional. Por ejemplo, cuando un niño se encuentra en un estado emocional alterado, es poco probable que la lógica y la razón tengan un impacto significativo hasta que sus necesidades emocionales sean abordadas y atendidas por el hemisferio derecho del cerebro.

¿Cómo podemos sentirnos más conectados emocionalmente con nuestros hijos?

  • Es importante darle importancia a los sentimientos y emociones de nuestros hijos. Toda emoción es válida y tiene que ser atendida. Los niños muy pequeños no han desarrollado ciertos comportamientos sociales, y su forma de comportarse no es la de un adulto, ni tiene que serlo, por lo que no te frustres si no entiendes o crees que su reacción es exagerada o que quiere llamar la atención, es algo normal.
  • Escucha sus problemas. Como digo, muchas veces no van a entender por qué se sienten frustrados o asustados, pero tu papel como cuidador será escuchar y hacerle ver que estás ahí con él/ella todo el tiempo que haga falta, hasta que llegue la calma.
  • El contacto físico, como abrazos y un tono de voz cariñoso, suele ayudar a allanar el terreno para mantener una conexión en la conversación. Cuando los niños son más mayores, pueden empezar a rechazar este contacto, pero es bueno que siempre lo ofrezcas e intentes que suceda, ya que, aunque parezca que no, un abrazo soluciona muchas situaciones. En un abrazo liberas endorfinas, que contribuyen a una mejora en el sistema inmune, comportamientos emocionales, estados de tensión o relajación. Un abrazo puede hacer que las emociones de dolor se transformen en emociones relacionadas con el amor y la protección.

¿En qué situaciones es más fácil entablar esta conexión?

Cuando se trata de conversaciones con los niños, es importante tener en cuenta que a menudo es más fácil hablar con ellos mientras están haciendo otra cosa, como jugar o construir algo. Si un niño no quiere hablar, se puede pedir que exprese sus pensamientos y sentimientos a través del dibujo o la escritura.

En muchos de los casos podemos resolver situaciones cotidianas conectando con el lado derecho del cerebro de nuestros hijos/ alumnos. Muchas veces ellos mismos no saben porque se están enfadando, frustrando o asustando y su reacción puede sorprender.

En el caso de las peleas entre hermanos, en lugar de simplemente detener la pelea, es mejor utilizarla como una oportunidad para enseñar habilidades valiosas, como la escucha y el respeto por los deseos de los demás, el compromiso, el sacrificio, la negociación y el perdón.

Integrar los dos hemisferios del cerebro de los niños (el izquierdo y el derecho) puede ayudar a promover un aprendizaje saludable de comportamientos y habilidades sociales, lo que puede ser beneficioso tanto para los hijos como para la relación que tenemos con ellos.

Referencias

  • Martínez, M. C. D., & Cornejo, T. P. Terapia Ocupacional Físico Niños Vínculo Terapéutico.
  • Siegel, D. J., & Payne, T. F. (2012). El cerebro del niño. Alba.