La frustración es una de las emociones más desagradables pero más frecuentes en nuestras vidas. Es por eso, que es importante enseñar a los niños/as a gestionarlas y a tener modelos de reacción adecuados para estas situaciones.

Si somos capaces de darle a nuestros hijos la oportunidad de equivocarse y empezar de nuevo, y si tienen autonomía para ello, les estaremos ayudando a ser personas que manejen adecuadamente la frustración, seguras de sí mismas, que no abandonen y persisten en sus propósitos.

En este capítulo de nuestro video blog hablamos sobre la gestión de las emociones, necesaria para trabajar la frustración. 

Claves para ayudar a los niños/as a gestionar la frustración

  • Dar seguridad siendo congruentes entre lo que hacemos y lo que decimos (los niños/as lo imitan todo) y poner límites claros. Aprender a decir “No”, anticipando las normas y las consecuencias.
  • No ceder ante las rabietas. El miedo del adulto al llanto hace que caigamos en sus demandas. La falta de tiempo y paciencia nos lo dificultan.
  • Usar un lenguaje adecuado evitando palabras trágicas. “Terrible”, “desastre” generan una carga emocional negativa. Intentar usar términos más neutros y sin contenido emocional intenso. Evitar frases ambiguas y generales cuando pongamos una norma como “portarse bien” (esto es muy general, no específica que es aceptable y que no). Hay que explicarles de forma clara y concisa lo que queremos que hagan.
  • Dar autonomía y responsabilidades. Debemos dejarles explorar, no hacerle todo. La autonomía y la responsabilidad son elementos clave para ganar en confianza. Cuanta más experiencia acumulen haciendo cosas solos, tomando pequeñas decisiones en su día a día, menos miedo tendrá a repetir nuevos retos y no necesitará tanto del adulto. Podrá ser más espontáneo y tomar iniciativas.
  • No temer a las experiencias nuevas por anticipación de fracaso. Ayudarle a encontrar a tener un pensamiento positivo, soluciones creativas y alternativas al plan original. Evitar que abandone sin intentarlo. Enseñar a los niños/as a mantenerse en su empeño, fortalece su determinación y constancia.
  • Enseñarles a tomar decisiones asertivas. Revisar las posibles consecuencias a sus decisiones y ver con cual de ellas se compromete. Ayudarle a elegir la mejor opción es un buen entrenamiento.
  • Reconocer las emociones en la frustración y enseñarle a expresarlas. Es importante darse cuenta de cómo se siente y piensa cuando las cosas no son como quiere. Expresarlas ayuda al niño/a a evitar agresividad o resentimiento.
  • Enseñarles a pedir ayuda. En ocasiones hay una reacción exagerada e inmediata cuando no logran lo que quieren conseguir a la primera. Es necesario que sepan que otras personas pueden ayudarles  y pensar entre todos en una solución constructiva, no para solucionarlo por ellos. La rabia es un sentimiento normal al que hay que dar salida a través de la forma adecuada.
  • Reforzar sus éxitos. “Ley del 4×1” Algunos expertos cuentan que por cada castigo necesitamos 4 recompensas para equilibrarnos de nuevo. Admitimos peor una crítica que un halago. Se recomienda no sobre saturar a los niños/as de castigos, juicios o críticas de forma innecesaria. Esto hace que se inmunicen al castigo o que las consecuencias negativas no tengan efecto. Es mejor animarles a que consigan un premio que eviten un castigo. Si terminas tus deberes podrás jugar 10 min más a tu juego favorito funciona mejor que te quedas sin ver la tv. No infravalorar sus problemas.
  • No les evites las desilusiones o las decepciones. Ayúdale en ese momento.
  • No hagas cosas por ellos. Deben enfrentarse a los que les preocupa como si fuera un reto más en la vida.
  • Cuidado con la sobreprotección. Esto le hará más dependiente  y más inseguro.

Conclusiones para manejar bien la frustración

En resumen, aunque nos cueste debemos darles la posibilidad de ser autónomos, de tomar decisiones, de explorar a solas sin juicios negativos, de equivocarse y de que gestionen adecuadamente sus fracasos. Así habremos conseguido que tengan un buen nivel de seguridad en sí mismos y, en consecuencia, aceptarán mejor los pequeños obstáculos de cada día.